EL BOSQUE DE AMAPOLA

 

Sabía que la magia existía en las mentes de los más pequeños, que el imaginar cosas era parte del crecimiento de cada niño o niña, pero este bosque era real, tan grande y mágico era el bosque de Amapola.


Cada día me despertaba con la dulce y delicada voz de Marisol, una pequeña de 8 años de edad que se levantaba con sus padres cada mañana a regar las plantas de aquel bosque, un inmenso bosque, lleno de colores, lleno de rosas, lleno de Amapolas.


En aquellas mañanas veía al señor Tom, un hombre apasionado por sus plantas como observaba con devoción cada una de sus rosas mientras las regaba con esmero, convencido de que su amor y cuidado les daban vida. Y, de alguna manera, parecía tener razón, pues cada día veía cómo sus plantas crecían con mayor delicadeza y belleza.


A raíz de la muerte de su esposa, Tom quedó a cargo de Marisol, recuerdo que eran una pareja inseparable, este lecho familiar que se construyó en una morada de madera, una cabaña que ellos poco a poco iban transformando en su hogar.


Cristin antes de fallecer solía tener de hábito escoger las mejores flores de su bosque, le gustaban en particular las amapolas, las cuidaba y les cantaba, era de esos cánticos que te llenan de vida, te hacen sentir viva, y ellas, las amapolas, danzaban al ritmo de su voz, es como si respondieran a su canto.


Una vez armado el buque de flores, acostumbraba ir por el vecindario y las regalaba como agradecimiento, cada buque de flores llevaba un mensaje que entre los vecinos lo solíamos compartir a la entrada de cada hogar, pero el que más me llamó la atención fue el que llegó a la puerta de mi casa: "En un bosque mágico, flores guardadas encontrarás, crecerán radiantes y hermosas y deseos te concederán, si tú lo anhelas de verdad", me pareció curioso, pero las recibíamos con mucho amor.


En el pueblo se hablaba mucho del bosque de la familia Thomson, pues era conocido por todos como "el bosque de amapolas" las personas  murmuraban al respecto, decían que aquella casa estaba cargada de misterios ocultos, - "tener un bosque en el patio trasero de tu casa no es común, es un bosque extenso, nadie ha podido conocerlo a fondo, tiene muchas amapolas, tienen muchas flores, ¿Cómo las mantiene vivas a todas?"- escuchaba en cada esquina mientras caminaba con dirección a la universidad, pero sin embargo, ellos, los Thomson, no opinaban al respecto, solo sonreían.


En la universidad comentaban mucho sobre la repentina muerte de Cristin, unos creían que el bosque se la llevó, otros decían que Tom la mató, incluso comentaban que con las flores la envenenó, al yo vivir junto a su casa me cuestionaban mucho el por qué viviendo cerca, mi familia no se percató de lo sucedido, preferí callar pues ese día sucedieron muchas cosas.


Una tarde del 31 de octubre, en vísperas del día de las Amapolas, cuando todo el pueblo se preparaba para celebrar, me asomé por la ventana y quedé asombrada, lo primero que llamó mi atención fue ver a Cristin cantándole a sus plantas. Observé como el viento jugaba con sus cabellos. Parecía como si las propias flores sonrieran, como si cobraran vida ante sus melodías. Intenté parpadear varias veces, tratando de enfocar mi visión y no dejarme llevar por alguna ilusión fugaz. Sin embargo, la realidad era innegable: el bosque le respondía. Mientras la veía por mi ventana, ella repetía -Coloridas amapolas, las respeto y las venero, creced y floreced, siempre estaré aquí para protegerlas. en campos y praderas, vuestra presencia brilla, Un canto a la vida, una danza que me cautiva.

De un momento a otro entró al bosque y no la vi salir, quizás lo hizo cuando yo ya no estaba, no lo sé.


-Estoy segura de que vi a Cristin esa tarde hablando con sus amapolas y sus flores, ella estaba en el bosque - le dije a los de la clase convencida. ¿Ari, cómo puedes pensar que Cristin hablaba con sus plantas antes de morir? - exclamó una de mis amigas, riendo. - Creo que Ari no ha dormido bien, ja, ja, ja, fue inevitable querer convencerlas, no me creían.


Mis amigas se burlaban mientras yo seguía atormentada por la incógnita de lo que había ocurrido ese día. Al llegar a casa, el reloj marcaba las 18:00. La calle estaba repleta de policías, una ambulancia y una multitud curiosa detrás de la cinta amarilla de precaución, tratando de descubrir qué había sucedido. Me escabullí entre la multitud para ver más de cerca y de pronto escuché - Ha fallecido Cristin -No podía creerlo. - ¿Qué le pasó? - Pregunté con una profunda incertidumbre. Todo el pueblo estaba consternado y hablaban de su hermoso corazón, de lo maravillosa esposa y madre que había sido, pero también comenzaron a dudar de Tom.


Esta tarde la vi muy bien, reflejaba brillo en su mirada, estaba bien de salud, ¿qué pudo pasar? pregunté y nadie sabía la respuesta. Yo no era muy allegada a la familia Thomson, pero sin duda lo que ellos demostraban como familia daba mucha envidia sana al pueblo entero. Tom y Marisol destrozados y con el corazón roto solo entraron a la casa y no hicieron comentario alguno.


Pasaron muchos meses desde la muerte de Cristin, la gente del vecindario ya había dejado a un lado los comentarios, llegaba el momento de mi graduación, con una enorme alegría quería con mi familia hacer la mejor de las fiestas, celebrar a lo grande mi título. Había planeado para esto una fiesta en mi casa, ya habíamos quedado con mis compañeros de graduación ir esa noche y compartir un momento agradable.


En mi afán por decorar la casa para la noche, me acerqué a la puerta de Tom. Él con un tono bajo, me saludó respetuosamente: -Hola, Ari, ¿en qué puedo ayudarte? - le pedí amablemente que me permitiera entrar al bosque para recoger algunas flores y adornar mi hogar. Sin dudarlo, me concedió el paso, pero me advirtió: -Ari, por favor, ten cuidado. El bosque es muy extenso y pronto oscurecerá. Y, por favor, al entrar, saluda a las plantas. No dejes de hacerlo-.


Aquellas palabras me sorprendieron. Pensé que lo hacía como muestra de respeto hacia su difunta esposa. Mientras me adentraba en el bosque, situado en el patio trasero de su casa, levanté la mirada y vi a Marisol asomada en la ventana. Nuestros ojos se encontraron por un instante, pero ella rápidamente cerró la cortina. Tal vez no tenía ganas de saludar, pensé sin guardar rencor alguno, y me sumergí en el bosque, desde que murió su madre no ha querido salir de su casa.


A más de miedo yo sentía paz, muchos en el pueblo murmuraban y otros creaban historias sobre el bosque, decían que era mágico, pero en mi mente no existía la magia. Al llegar no presté atención a las rosas, simplemente mi curiosidad se enmarcó en las grandes amapolas, sus tonos rojos resaltaban el bosque, que sin duda estaba lleno de ellas. Caminé durante media hora, comencé a perder la noción del tiempo, había escogido un gran buque de flores, cuando de pronto, escuché al fondo del bosque, un murmullo, pensé que era algún conejo o algún animal del lugar, pero había algo que hacía que yo siguiera caminando hasta el fondo.


De repente, escuché mi nombre resonando en el aire: "Ari, Ari..." Era como un canto suave y delicado. - ¿Marisol, eres tú? - pregunté, pero no obtuve respuesta. A medida que me adentraba más en el bosque, las nubes se iban desvaneciendo entre los imponentes árboles. Mi curiosidad no me permitía retroceder, seguía el camino en busca de Marisol. Estaba convencida de que era ella quien quería jugar. El susurro continuaba llamándome: "Ari, Ari...". De repente, los colores desaparecieron, las flores se volvieron negras y el camino de hermosas amapolas se hizo una maleza que se volvió espesa. Todo se estaba nublando rápidamente, sintiendo un escalofrío de miedo, intenté correr.


Me sorprendí al darme cuenta de cuánto había caminado. No me había percatado que fuese tan extenso. Mi cuerpo comenzó a temblar de miedo y desesperación mientras corría sin rumbo. Pasó aproximadamente una hora y aún no encontraba la salida. -Algo no está bien- repetía y en voz alta gritaba el nombre de Tom, esperando que me escuchara y viniera a buscarme. Tal vez había tomado un camino equivocado y por eso no llegaba al patio.


De repente, todo a mi alrededor se volvió oscuro. El sonido de los animales se intensificaba en la distancia, había sapos, pero sapos grandes quizás de un metro y medio, los búhos tenían ojos grandes su mirada intimidaba eran de mi porte y el tintineo de cascabeles que recorrían el camino del bosque parecía del tamaño de un camión, todo era grande en este lugar, los árboles parecían observarme y yo estaba agotada, con dudas, con miedos, no sabía dónde me había metido. Busqué desesperadamente un lugar donde pudiera esconderme de estas criaturas hasta que Tom se diera cuenta de que aún no había salido del bosque y viniera a rescatarme.


Pasé toda la noche con las piernas recogidas, ahuyentando a los mosquitos, lloraba y gritaba en un intento desesperado por hacerme escuchar. El miedo se apoderaba de mí, imaginando los horrores que podría sucederme. Me cuestionaba una y otra vez por qué había entrado al bosque, debí haberlo evitado, muchos me habían advertido.


De pronto, escuché pasos aproximándose hacia mí. Me levanté rápidamente, secando mis lágrimas. – Tom has venido por mí, me perdí y no sé en qué momento sucedió - le dije con voz entrecortada, pero Tom no respondía y los pasos se aceleraban, llenándome de pánico. Corrí tan rápido como pude, pero tropecé con una piedra y caí, perdí el conocimiento rápidamente.


Al despertar a la mañana siguiente, abrí los ojos con dificultad. Mi cabeza daba vueltas y mi visión estaba borrosa, sintiéndome mareada. Me di cuenta de que mi ropa estaba sucia y que había perdido mis zapatos. A pesar de todo, intenté continuar mi camino en busca de la salida. Pero parecía tan distante, tan inalcanzable.


Llegué a una parte del bosque donde las rosas habían crecido un tamaño que podrían taparme, eran color negras y llena de espinas, más adelante había hongos gigantes que no me explicaba como habían crecido tanto. Mientras caminaba sentía cómo se burlaban de mí, sí, los hongos se reían de mi desorientación. 


Al fondo del bosque, divisé la silueta de una mujer. Era Cristin. Mi corazón se aceleró y corrí hacia ella, pensando que debía ser un sueño. La abracé con fuerza mientras ella me miraba con una amplia sonrisa - Mi niña, este no es tu lugar. Debes encontrar la salida - dijo con voz serena. Pensé que el golpe en la cabeza me hacía alucinar y sentir todo lo que estaba ocurriendo.


-Eres realmente tú. Todos creían que estabas muerta - le dije, aún incrédula. -Ari, en este mundo, solo muere quien se deja vencer. Ahora busca la salida. Sigue el camino de las amapolas. Ellas te guiarán - me respondió Cristin con determinación. Sin embargo, miré a mi alrededor con temor y duda, -Cristin, aquí no veo amapolas - le dije, con un tono de inseguridad.


-Ari, recuerda que, si lo sientes en tu corazón, podrás imaginarlo. Ahora corre, corre, porque si no llegas a las 17:00, quedarás atrapada aquí para siempre - me advirtió con urgencia-


Desesperadamente, traté de encontrar las amapolas, pero todas las flores que veía eran negras. Cerré mis ojos durante unos segundos y los anhelé desde lo más profundo de mi corazón. Al abrir los ojos, las vi. Eran las amapolas más hermosas que jamás había presenciado. Formaban un largo camino que se extendía frente a mí. Corrí con todas mis fuerzas, extendiendo las manos para tocarlas. Eran hermosas, coloridas y exuberantes.


Después de correr incansablemente, me di cuenta de que me estaba acercando al patio de Tom. Y allí lo vi, recostado en una mecedora. Me acerqué a él con miedo y lo abracé como si fuera mi padre. Tom, no sabes todo lo que me ha sucedido. Pensé que la policía estaría aquí. Me perdí, me caí y pasé toda la noche en el bosque. No sé qué ha pasado. Es tan vasto y extenso - le confesé mientras lo abrazaba, tratando de contarle todo.



Tom, con una expresión asombrada, sonrió y me dijo: "Ari, ¿en qué momento te perdiste? Han pasado solo 20 minutos desde que saliste a buscar las flores, que al parecer no has traído contigo. ¿Te sientes bien?" - en ese momento le pedí el celular a Tom vi la fecha y la hora y efectivamente, nunca me perdí, mis lagrimas caían mientras veía como Tom se preocupaba y llamaba a mis padres para consolarme, al llegar, los abracé y traté de explicarles lo sucedido, pero no me creían, no entendían pues para ellos solo habían pasado 20 minutos, para mí fue una larga noche.


Marisol bajó de su habitación y nuestros ojos se encontraron en un instante. Su sonrisa era enigmática, provocando un sentimiento de inquietud y miedo. Cada vez más su ceño se fruncía como si me odiara. No entendía qué estaba pasando. Ella me observaba desde la puerta mientras yo conversaba con su padre y mis padres. Pero cuando volví la mirada, Marisol había desaparecido. Inmediatamente, pensé que había algo más oscuro escondido en aquel bosque, algo que Tom, sin duda, no quería revelarnos.


Al llegar a casa luego de darme una ducha y recostarme en mi casa, sentí que algo me picaba, me vi el brazo y tenía marcas rojas y moradas, parecían picadas fuertes o como pinchazos de agujas. Me asomé por la ventana y observé el bosque, ese día evidentemente se suspendió toda la celebración, no podía dejar de pensar en lo que me había pasado, recordaba claramente como las palabras de Cristin resonaban en mis pensamientos, y abrumada, decidí acostarme para intentar dormir.


Al despertar, me encontré en un entorno desconocido, rodeada de objetos que no reconocía como propios. La habitación en la que me hallaba no se parecía en nada a la mía. Dudé si había logrado salir verdaderamente del bosque o si todo seguía siendo parte de un sueño en curso. Cuando intenté abrir la puerta en busca de una salida, me percaté de que estaba atrapada. En ese preciso instante, capté el eco de voces provenientes de una sala cercana….


- Doctor, tras mi conversación con Ari, pude constatar claramente los daños que las drogas han causado en su cerebro. Ella está creando ilusiones y fantasías que no corresponden con la realidad. En mi opinión, no sería conveniente darle el alta considerando los antecedentes de recaídas-.


-Tienes toda la razón dijo el doctor, por favor, comunícate con sus padres para que puedan visitarla y asegúrate de proporcionar a los enfermeros las instrucciones sobre los medicamentos que debe tomar regularmente, debemos continuar con el tratamiento de desintoxicación hasta que Ari esté completamente limpia. Después de eso, será necesario derivarla a un psiquiatra para que pueda recibir la atención y el apoyo adecuados.


Durante un año de tratamiento, Ari compartió repetidamente la historia del bosque de amapolas con los médicos y enfermeros. Muchos creían que era producto de su imaginación, debido a la cantidad de sustancias que había consumido. Sin embargo, Ari continuaba firme en su relato.


Comentarios

  1. Que bonito relato mágico basado en la pasión que todos debieramos canalizar de buena manera. Felicitaciones!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, por favor hazme saber tu nombre. gracias.

      Eliminar
    2. Danny Matamoros, un gusto leerla ;)

      Eliminar
  2. Y cuando llegará el siguiente relato? 🦄

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

      Eliminar
    2. Gracias por tu mensaje, muy pronto estaré subiendo la historia, déjame tu nombre por favor.

      Eliminar
    3. Giancarlo, no te puedo hablar por el otro lado,.no sé que sucede

      Eliminar
    4. se dañó la cuenta no la puedo recuperar, estaba escribiéndote pero no se iban los mensajes, ahora cómo te ubico?

      Eliminar
  3. Muy bonita la historia, lo lleva a vivir realmente dentro de la lectura.

    ResponderEliminar
  4. Muy interesante la historia. Lo deja a uno lleno de dudas, mucho suspenso
    Atte. Pedro Casco.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario