EL ESPEJO DE DOROTI

 

Doroti era una niña de 9 años, inquieta por naturaleza, que compartía su vida en una rústica casa con su familia y sus adoradas mascotas. La vivienda, cargada de décadas de historias, albergaba misterios que solo las sombras osaban contar. En un día de juegos, en una bodega empolvada, Doroti tropezó entre cajas y baúles olvidados, explorando los álbumes fotográficos antiguos cuyos propietarios le resultaban desconocidos.

En lo más profundo de aquel rincón, un destello capturó su atención. Entre andrajos y sábanas desgastadas por el implacable paso del tiempo, se alzaba un objeto cubierto por una manta. Al retirarla, descubrió un espejo, el más antiguo que jamás había visto, con bordes adornados en tonos marrones y sucios por el tiempo.

La emoción de Doroti al descubrir aquel espejo la llevó a realizar una limpieza meticulosa, liberándolo de su velo de polvo que lo había ocultado durante tanto tiempo. Mientras realizaba esta tarea, repetía en voz baja, como un cántico suave, las palabras: "Espejo, espejo, ¿qué secretos ocultas? Te limpiaré y te cuidaré con cariño."

En ese momento, una extraña sensación invadió la habitación. Una brisa inusual barrió con fuerza las fotos y papeles antiguos que yacían en el lugar. Doroti, en su afán por escapar, se precipitó hacia la puerta, tropezando con cajas antiguas y mojadas que se encontraban en su camino. En la distancia, escuchó una voz que parecía susurrar: "No te vayas, llévame contigo."

Mientras intentaba descubrir el origen de esas inquietantes palabras, Doroti visualizó una tenue luz que emanaba desde el fondo del lugar. El espejo pareció cobrar vida, y sus palabras resonaron con eco en la mente de la niña. Doroti se encontró paralizada, su corazón martillando en su pecho con una fuerza desbordante. Una brisa misteriosa acarició su cabello, y pasos invisibles se acercaron, mientras ella permanecía tendida en el suelo.

El miedo la invadió, atrapando su voz en su garganta y haciéndola incapaz de emitir un grito ante todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor. Desesperada por huir de la situación, finalmente logró ponerse de pie y corrió hacia la puerta de entrada, llevando consigo el misterioso recuerdo de la revelación del espejo.

60 años han pasado, abuela, cuéntame más de la historia de la niña del espejo- Repetía Raquel, una joven que compartía sus días con su abuela quien por su edad se encontraba en un acilo de ancianos.

Doroti era una niña llena de sueños, solía verla por la ventana correr y jugar todas las tardes, era tan tierna, esa jovencita no se quedaba quieta, se acercaba a la puerta de la casa a ofrecerme de venta sus galletas que según ella preparaba con amor.

"Vivían con sus padres y abuelos, quienes eran considerados pilares de la comunidad. Cada mañana, cuando yo salía a regar las plantas, la pequeña Doroti me saludaba desde lejos con unos grandes ojos que brillaban, y aquella vocecita delicada dejaba un eco que se quedaba impreso en mi corazón. Yo, desde mi rincón, respondía con una sonrisa que marcaba ese momento en mi memoria."

Raquel, intrigada, preguntó: "Abuela, ¿cuánto tiempo llevaban viviendo en esa casa?" Su interés crecía a medida que la historia de la pequeña Doroti se desarrollaba.

La abuela continuó: "Bueno, llegaron durante un verano. Recuerdo cómo las hojas caían de los árboles, cubriendo la entrada del sótano de los Espiner. Antes de su llegada, solía despejar ese espacio para que pudiera disfrutarse plenamente, ya que tenía una vista impresionante que valía la pena admirar."

Un día los vi llegar. Eran una familia completa, el papá, la mamá, el abuelo y la abuela. Y ahí estaba ella, la pequeña Doroti, aferrada a un muñeco bajaron las cajas de mudanza y sin pasar mucho tiempo, los Espiner lograron ganarse el afecto de todos. Compartían en diversas actividades con la comunidad, marcando la diferencia en la vida de las personas, La armonía reinaba, y frecuentemente nos uníamos para momentos de convivencia en la iglesia. Cada domingo, tras la misa, nos congregábamos en el parque para escuchar las propuestas e ideas presentadas por los padres de Doroti, pues todas eran con el afán de unir más al pueblo y hacer obras por los que no tenían.

El tiempo transcurría con normalidad, seguíamos la misma rutina con Doroti, esta vez ya me decía señora- Buenos días Doroti – buenos días señora qué linda está hoy – se ves radiante, ¿acaso peinaste tu cabello? – siempre hacia que saque una sonrisa, pues era una niña muy tierna que reflejaba la educación de sus padres.

Entonces abuela, ¿cuándo comenzó a cambiar todo? – preguntó Raquel mientras se acomodaba en el sillón junto a su abuela, esperando que continuara con la historia –

Fue una noche del 31 de octubre, recuerdo escuchar en la mañana una discusión de los padres de la pequeña, algo que jamás sucedía pues eran una familia muy consentida, muy amorosa, se querían mucho,

Discusiones de pareja repitió tu abuelo mientras yo concentraba mi atención en la ventana esperando obtener una respuesta ya que yo insistía que era un poco inusual verlos discutir.

La noche avanzaba y Doroti, aferrada a su muñeco, miraba ansiosa por la ventana, demostrando en lo más profundo de su ser que algo andaba terriblemente mal, y que quizás quería compartirlo conmigo. A pesar de la hora, que ya rondaba las 00:00, tomé la decisión de salir de mi casa. Me dirigí hacia la puerta de la residencia de Doroti, y mientras me encaminaba, el lejano sonido de una ambulancia resonaba en el aire. Sin comprender del todo la situación, continué avanzando hacia la casa de los Espiner.

Al llegar, Doroti misma me abrió la puerta, y me encontré con la visión más desgarradora. Los Espiner yacían tendidos en el suelo, sin vida. La pequeña Doroti, sin derramar una sola lágrima, salió de la casa para refugiarse en los brazos de sus abuelos, quienes lloraban desconsolados por la tragedia que había acontecido. Habían sido asesinados.

Este siniestro evento marcó el inicio de una pesadilla para el pueblo, sumiéndonos en un misterio sin respuestas. Nadie podía comprender lo que había ocurrido en esa casa, y las incógnitas nos atormentaban mientras las respuestas se mantenían esquivas.

Durante mucho tiempo, toda la comunidad se vio atormentada por la incertidumbre de lo que había ocurrido. Algunos insinuaban que, dada la inusual reacción de la pequeña Doroti, tal vez ella era la responsable del atroz acto. Otros señalaban a los abuelos de Doroti, mientras que algunos creían que la casa misma estaba maldita y que en el sótano se escondían secretos tan oscuros y que por eso nadie antes se había atrevido a alquilar el lugar.

A lo largo de los meses, seguía observando a Doroti desde la ventana de su habitación, la cual daba directamente hacia la entrada de mi casa. Pero ya no era la misma niña que una vez fue. Había dejado de salir a jugar, y mucho menos saludaba con la alegría de antes.

La veía inmóvil, absorta en su propio reflejo en ese espejo. la abuela repetía una y otra vez que la encontraba en su cuarto, peinando su cabello y nunca quería moverse del mismo lugar. La mayoría de nosotros atribuíamos su comportamiento a la tristeza que sentía por la pérdida de sus padres, creyendo que se había refugiado en el encierro de su habitación como una forma de lidiar con su dolor

"¿Entonces, abuela, la policía nunca investigó el suceso?" preguntó Raquel, ansiosa por conocer la verdad.
La abuela suspiró antes de responder, "Sí, querida. La policía realizó investigaciones, pero todo indicaba que se habían envenenado. Al parecer, hubo un caso de infidelidad que llevó a ambos a tomar esa trágica decisión. Los celos, entre otras cosas, jugaron un papel importante. No quise profundizar más en esos detalles, ya que era un tema demasiado doloroso. La tristeza se apoderó del pueblo, y todo cambió irremediablemente."

Entre todas las historias compartidas, Raquel se despidió de su abuela, prometiéndole regresar al día siguiente para continuar con la narración. Sin embargo, no pudo evitar sentirse inquieta por lo que había escuchado ya que Este fenómeno desconcertante preocupaba a cualquier posible inquilino, y se sumaba a las historias contadas por los vecinos sobre lo sucedido en la casa. La comunidad creía que el lugar estaba embrujado, lo que contribuyó a que nadie quisiera alquilarla. Pero sin embargo siempre permanecía ahí, la luz que reflejaba desde el cuarto de Doroti.

Determinada, se dirigió hacia la casa que quedaba frente a la suya, la morada de Doroti, cuyo relato la había impactado profundamente. Raquel ansiaba descubrir los misterios detrás de la trágica historia, y su curiosidad la impulsaba a buscar más información de Doroti y su espejo.

Al llegar y cruzar la línea de lo desconocido, se atrevió a golpear la puerta, la cual se abrió sin mayor esfuerzo. Un escalofrío recorrió su espalda al adentrarse en el lugar, pero no permitió que esto detuviera su determinación. Ansiaba con fervor continuar su búsqueda, ya que de alguna manera sabía que encontrar el espejo era la clave para desvelar el misterio que se ocultaba en su interior.

Cuando Raquel descendió al sótano, se encontró con montones de cajas, las mismas que, según lo que le había contado su abuela, habían estado allí cuando Doroti encontró el espejo. Raquel buscó entre los papeles y descubrió un montón de fotografías que denotaban su antigüedad debido a las marcas del tiempo. Sin embargo, una foto en particular la dejó completamente impactada, ya que en ella se encontraba su abuela, quien durante todo ese tiempo había narrado la historia de su vecina, la pequeña Doroti, lo primero que se le vino a la mente a Raquel, es que existía algún interés en Doroti en conservar esa fotografía.

Llena de dudas, temores e incertidumbres, Raquel corrió hacia la habitación donde solía verse el misterioso reflejo de luz durante las noches. Al entrar en la habitación, cubierta de telarañas y polvo, encontró lo que había estado buscando: el espejo.

Con miedo decidió limpiarlo y quitarle el polvo que lo mantenía sucio durante todos estos años, al sentarse en el mismo sillón donde Doroti se contemplaba, escuchó un susurro que salía de la habitación, - no te vayas, llévame contigo- en ese momento Raquel se levantó y su corazón latía a una velocidad increíble, el miedo se apoderaba de ella, intentando abrir la puerta para huir, de pronto escucha desde el espejo la risa de una niña, con dudas y miedos voltea y ve hacia el espejo, y en el reflejo del mismo veía cómo Doroti la llamaba desde adentro, cargando su muñeco en la mano y repitiendo – ven, no te vayas, juega conmigo –

Con lágrimas en los ojos Raquel poco a poco se iba acercando más al espejo, de un momento a otro la pequeña niña que la llamaba se iba convirtiendo en una mujer, el tiempo transcurría a gran velocidad en el espejo que al llegar al sillón ve cómo una mujer se voltea. Era la abuela de Raquel, siempre fuiste tú abuela, llorando le repetía Raquel, mientras trataba de agarrar el espejo para consolar el llanto de su abuela que desde adentro le pedía que no se vaya y que se quede.

La desesperación embargó a Raquel que buscaba la manera de sacarla de ahí, era algo extraño para ella todo lo que había pasado, en el intento de querer pedir ayuda, la voz de su abuela quien se encontraba adentro en el espejo, ya no era la misma que ella conocía, se había convertido en una voz macabra, mientras del espejo reflejaban rostros de mujeres y niñas que gritaban y pedían que no se vayan y que las ayuden, por la ventana mientras ingresaba un viento fuerte, Raquel veía como del espejo comenzó a salir sangre, toda la habitación comenzaba a llenarse de sangre.

Sin saber que hacer procedió a tirar el espejo contra la pared para que este se rompiese y se termine la historia, fueron varios intentos hasta que en uno de esos lo logró, al romperse todo a su alrededor cambió, ya no era de noche era de día, se veía como caían hojas por la ventana por el verano, al bajar las escaleras escuchaba una música de fondo que procedía de una radio antigua, al llegar al comedor, escuchó a alguien decir: "Ya está listo el desayuno". Nadie la notaba mientras intentaba comunicarse con quienes vivían en la casa. Corrió hacia la entrada y vio a Doroti, pero en ese momento se dio cuenta de que era su abuela.

Raquel, sorprendida por todo lo que había vivido, decidió abandonar el lugar y buscar a su abuela para obtener respuestas a lo sucedido. Al llegar al asilo, encontró a su abuela sentada en una silla de ruedas, mirando por la ventana. Raquel entró y, con voz temblorosa, le dijo: "Abuela, necesito conocer la verdad".

La abuela volteó y la miró agradecida y respondió: "Gracias, Raquel, nunca te fuiste. Gracias por quedarte y ayudarme a liberarme". Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras el reflejo de su abuela se desvanecía. Toda la historia había dado un vuelco. Doroti, ahora con 68 años, se había liberado de la carga que llevaba el espejo, y todo cambió gracias a su nieta, Raquel.

Finalmente, Doroti y Raquel pudieron vivir sus vidas en paz, lejos de la oscuridad del pasado. La verdad había sido revelada, y la maldición del espejo había quedado atrás, permitiendo que la familia encontrara la serenidad que tanto necesitaban. El espejo de Doroti ya no tenía poder sobre sus vidas, y juntas, abuela y nieta, construyeron un nuevo comienzo, alejado de los horrores que habían acechado durante generaciones.

Los padres de Doroti, al enterarse de su desaparición, buscaron por toda la casa hasta llegar al sótano, donde encontraron el espejo. Mientras lo examinaban, quedaron atónitos al escuchar su voz, y la sorpresa fue aún mayor al ver el reflejo de Doroti dentro de él. La tristeza los invadió al darse cuenta de que su hija estaba atrapada en el, un sentimiento tan abrumador que los llevó a envenenarse debido a la insoportable pena que sentían.

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