EL MURAL DE BABILONIA
El aroma
del café recién hecho, la melodía de una cantina en la distancia, la suave
brisa de la mañana y el canto del gallo me despertaban cada día, recordándome
la rutina que solíamos compartir. Desde que te perdí, comprendí que la vida es
fugaz, como un destello efímero, y en un abrir y cerrar de ojos te desvaneciste
con el viento.
Fue una mañana del 11 de noviembre, un día que quedará grabado en mi memoria como el punto que transformó mi vida por completo.
Recuerdo claramente, como cada día, mi padre se levantaba temprano a las 5 de la mañana para preparar la masa del pan. Mientras tanto, yo me despertaba con el aroma del café que llenaba cada rincón de nuestra casa. Era uno de esos aromas que te envuelven de energía y te motivan para enfrentar el día. El café, el pan recién horneado y la cálida sonrisa de mi padre eran la combinación perfecta.
Nuestro hogar se encontraba cerca del pueblo de Babilonia, a unas tres horas de distancia. Era sorprendente como se había convertido en uno de nuestros lugares preferidos, a pesar de no ser nuestro hogar. Pero, ¿cuál era el origen de su nombre? La historia cuenta que, hace muchos años, este extenso y desolado espacio abierto no albergaba a nadie. Aunque no estaba habitado, se le conocía como el pueblo mágico, pues quienes llegaban a este sitio experimentaban una profunda sensación de paz y una irresistible atracción por estar allí.
El lugar era frecuentado
por numerosas personas que acampaban allí para disfrutar de las noches
estrelladas y la imponente presencia lunar en el horizonte. Los visitantes,
cautivados por la atmósfera mágica, solían pedir deseos que, en muchos casos,
se hacían realidad. Sin embargo, para mantener viva la tradición, aquellos
cuyas promesas se cumplían debían trasladarse a Babilonia y establecerse en
este enigmático lugar.
Fue entonces cuando
apareció Farid, un iraní en busca de una vida mejor. Descontento con las
restricciones religiosas y las normas de su país natal, decidió emprender la
huida. Al llegar a este lugar desolado, pero con una impresionante vista, Farid
tomó la valiente decisión de construir una humilde cabaña. Poco a poco, aquella
modesta morada se convirtió en el corazón de un nuevo asentamiento: el pueblo
de Babilonia.
Con el paso del tiempo, más
y más personas empezaron a llegar a este lugar. Fue así como Farid descubrió la
verdadera esencia de su hogar, rodeado de una comunidad acogedora y llena de
vida. Juntos, escribieron las páginas de una historia que honra el valor de
perseguir los sueños y encontrar la libertad en un rincón olvidado del mundo.
Farid no solo encontró su
hogar en este lugar, sino que también forjó un legado extraordinario de
personas humildes que rebosaban de alegría. En Babilonia, la felicidad fluía y
se contagiaba entre sus habitantes, gracias a la visión y dedicación de Farid.
Con el tiempo, este rincón antes desolado cobró vida, atrayendo a más personas
que deseaban formar parte de esta comunidad vibrante.
La influencia de Farid fue
tan profunda que, tras su inesperada partida debido a una rara enfermedad,
decidieron rendirle homenaje bautizando al pueblo con el nombre proveniente de
su ciudad natal, en medio de su amor más romántico, dejó una huella
imborrable en cada esquina de Babilonia, recordándonos que el verdadero amor
trasciende el tiempo y perdura en los corazones de quienes le dan vida a este
lugar mágico.
A raíz del fallecimiento de
mi padre, mi destino quedó marcado y no tuve más opción que trasladarme a Babilonia.
La tristeza que envolvía mi ser, era tan abrumadora que me resultaba imposible
seguir viviendo en el mismo lugar.
Sin duda alguna, preparé
mis maletas y guardé cuidadosamente los preciados recuerdos, entre ellos una
única postal que conservaba de mi padre. En esa fotografía antigua, en blanco y
negro, él lucía un sombrero y pantalones altos con tirantes que colgaban de sus
delgados y largos brazos, acompañados de zapatos negros. Solía vestirse con la
misma ropa en diferentes colores.
Las lágrimas inundaron mis
ojos mientras las dudas invadían mi mente. Me despedí de mi madre con un beso
en la mejilla y unas palabras entrecortadas: "Pronto
volveré".
El viaje duró interminables tres horas, un trayecto cargado de emociones.
Sentía tristeza y, al mismo tiempo, cierta alegría por embarcarme en algo
diferente, todo con el propósito de cumplir mis sueños y honrar tu legado.
Al llegar al pueblo me
percaté que está impregnado de historias cautivadoras. Desde el momento en que
pones un pie en él, te encuentras con Beatriz, una encantadora mujer de 70 años
que regenta un colorido puesto de flores. Beatriz asegura que conversa con sus
plantas a diario, y afirma que ese es el secreto para que mantengan sus vivos
colores. A unos pasos de distancia, se encuentra Don Tomás, dueño de una
panadería que, a las seis de la mañana, inunda la cuadra con el delicioso aroma
a pan recién salido del horno.
Continuando el recorrido,
en una esquina se encuentra Don Raúl, un anciano vendedor de periódicos que
también comparte historias fascinantes, de esas que te atrapan y enriquecen tu
espíritu. Pero lo más sorprendente se revela a la vuelta de la esquina, donde
se encuentra el mural más grande y colorido que jamás hayas visto,
resplandeciendo bajo la luz del sol, era el Mural de Babilonia, Don Raúl cuenta
que, por las noches, las parejas se reúnen allí y dejan escritas sus poesías.
No solo es un rincón romántico, sino que resulta inspirador saber que, a pesar
de las adversidades, el mural de Babilonia rebosa paz y colores.
Mientras meditaba sobre cómo
aprovechar mi estancia en este lugar, mis habilidades en carpintería resultaron
útiles, ya que la casa que había alquilado necesitaba reparaciones urgentes.
Sin embargo, lo verdaderamente alentador era asomarme por la ventana y
contemplar el mural, una fuente inagotable de inspiración para mi vida en este
hogar.
En una noche tranquila,
mientras deambulaba por las calles de Babilonia, que por cierto era un pueblo
pequeño donde todos se conocen, me di cuenta de que su encanto reside en su
fácil accesibilidad, permitiéndome recorrerlo por completo en poco tiempo.
Al llegar a mural me propuse leer cada uno de
los mensajes que dejaban las parejas. Era tan romántico deleitarse
con versos, poesías y notas.
Y de repente, entre tantos
mensajes, encontré uno en particular que decía:
"Si al leer esto sientes mariposas en tu barriga, responderás y yo
diré, ¿eres tú mi gran amor? Att: JC".
Me pregunté si aquel
mensaje buscaba una respuesta. Sin dudarlo, tomé las tizas negras que reposaban
sobre una mesa de madera y respondí:
"¿Y si así fuera, JC?
¿Creerías en el amor sin conocerlo?".
Es un tanto cómico pensar
que obtendría una respuesta, quizás solo era un turista. Pero, ¿cuál sería su
nombre? ¿Juan, José?. De inmediato, me alejé del lugar dejando mi respuesta en
el mural y me dirigí a casa. Pasé la mitad de la noche asomada a la ventana,
esperando ansiosa a que JC se acercara y respondiera, pero no sucedió.
A la mañana siguiente, salí
de mi hogar y corrí hacia el mural, esperanzada de encontrar alguna contestación.
Sin embargo, no encontré Nada. Me despisté un tanto de estas notas para seguir conociendo más este pueblo, pero pasaron cuatro días en los que me
acerqué una y otra vez, buscando una respuesta a mi mensaje, pero fue
en vano.
Entretenida en la tarea de
arreglar la casa donde pasaría una larga temporada, volví al mural sin ilusión
alguna de encontrar un mensaje, pero esta vez, JC respondió:
"Mi lady, si viviendo en tiempos de guerra me es alentador dejar una frase
de amor, conocerla sería un honor, y por supuesto que creo en el amor. Pero
dígame, ¿cuál es su nombre?".
Sin duda, él se mostraba
todo un caballero al escribir. Mientras una sonrisa delataba mi interés
creciente por este juego de palabras, respondí:
"Y como usted no detalla su nombre, le dejo mis iniciales, ML. Es un
gusto poder leerlo y, cuando guste, podemos conocernos. Vivo muy cerca y, a la
vez, lejos. Quizás le revele mi identidad dependiendo de quién sea usted", respondí
con cariño.
El intercambio de mensajes
con JC, se prolongó durante un mes. Un mes de textos románticos que llenaban el
mural y atraían a quienes pasaban por allí, ansiosos por descubrir el desenlace
de nuestra historia y con la incógnita de si el anhelado reencuentro se
concretaría.
Durante todo ese tiempo,
preguntaba ilusionada a los habitantes del pueblo si conocían a alguien con
esas iniciales. El misterio me envolvía y ansiaba el momento de encontrarme con
quie, hasta ese momento, se había convertido en una gran ilusión.
El tiempo transcurrió con
total normalidad, poco a poco fui haciéndome más familiar con las personas del
pueblo, cada día, aprendía sobre cada uno de los que vivían aquí, sin embargo,
aún no se llenaba el vacío por el cual me había mudado a este lugar.
En una de esas noches en
las que el cielo se vuelve tu cómplice, decidí seguir con el legado de
Babilonia, esta vez pedí un deseo a la luna esperando que pronto tenga alguna
respuesta, pues mi anhelo no era borrar el dolor que dejó en mi la pérdida de
mi padre sino sanar y poder encontrar un camino hacia la felicidad.
- Si en ti, luna brillante,
reside el poder de hacer realidad mi sueño, anhelo sanar mi corazón herido,
edificar algo hermoso, encontrar serenidad en mi alma y tener la certeza de que
mi padre, dondequiera que se encuentre, sabe que estoy bien, al igual que yo
anhelo saber que él está en paz.
con inseguridades cerré mis
ojos y lo deseé tanto, luego de haber pedido mi deseo me retiré a mi domicilio
hasta el día siguiente.
Ya para esto había
transcurrido una semana desde el último mensaje de respuesta que le dejé a JC,
pero si sentía esa incertidumbre de ¿por qué siendo un pueblo tan pequeño nadie
sabe de quién se trata? no quise seguir indagando al respecto, ya que al vivir
frente al mural debería ser fácil para mí descubrir quién era este personaje,
pero siempre que me asomaba al balcón solo veía parejas agarradas de las manos
y sin duda alguna ninguno de ellos era el caballero misterioso.
No transcurrió mucho tiempo
cuando un mensaje se convirtió en la cita que sellaría nuestro encuentro, -
querida ML. "La espero en el mural, donde nació nuestra historia, a las
22:00 en aquella esquina que atestigua nuestro romance”. -
Tras leer el mensaje de JC,
mi emoción embargó todo mi ser, no dudé un instante en comprar un largo vestido
rojo adornado con delicadas flores. Complementé mi atuendo con unos zapatos
blancos, medias transparentes y arreglé mi cabello en un recogido que danzaría
al compás de mis pasos. Sentía como si estuviera renaciendo; a pesar de no
conocerlo, las constantes palabras plasmadas en aquel Mural habían encendido en
mí una ilusión sin igual.
Al ritmo de la
campana que resonaba en la iglesia del pueblo, salí de mi hogar con paso
ligero. Mientras me acercaba al mural, el viento acariciaba mi cabello y
ondeaba mi vestido, como si la propia naturaleza compartiera mi alegría. Mi
rostro se iluminaba con una amplia sonrisa, y los transeúntes podían percibir
la inminencia de este anhelado encuentro.
El reloj marcaba las 22:00
y bajo la suave luz de la luna, lo observé. Se aproximó hacia mí con paso
seguro, revelando una apariencia que desbordaba belleza. Alto y de rostro
atractivo, era el hombre más cautivador que había conocido. Llegó con una
sonrisa cálida en sus labios y nos acomodamos en la esquina cercana al mural,
el inicio de nuestra historia de amor. En aquel lugar mágico de Babilonia, dos
almas desconocidas, entrelazadas por letras y poemas, desataron la ilusión que
floreció en nuestros corazones.
JC, o Jhon Connor, el
hombre que conquistó mi corazón con sus mensajes de amor trazados con tiza.
Durante mucho tiempo nos encontramos en aquel lugar especial, donde los
transeúntes se hicieron testigos de nuestra historia y se vieron envueltos en
su encanto. Nuestros encuentros se volvieron una cita imperdible, cada uno
conocía la hora precisa en la que nos encontraríamos, hasta que un día, Jhon no
llegó..
Lo
esperé, esperé durante un tiempo que se hizo interminable, desconocía su
paradero, no sabía dónde vivía. Nuestras conversaciones siempre estaban llenas
de esperanzas y sueños compartidos, y nuestro pasado formaba parte de esa
visión conjunta. Sin embargo, en mi mente siempre resonaban sus palabras: "Si
un día no llego, espérame en tu corazón, nos volveremos a encontrar".
Aquellas
promesas se aferraron a mi ser, y en lo más profundo de mi corazón, guardé la
certeza de que algún día nuestras almas volverían a entrelazarse, sin importar
el tiempo o la distancia.
- Enfoca tu mente en la tranquilidad, Raquel. A medida que despiertes, quiero que te sientas consciente de tu entorno. Respira profundamente, inhalando y exhalando, permitiendo que la calma invada tu ser. Uno, dos, tres... Raquel, te doy la bienvenida de nuevo.
- ¿Qué me ha
sucedido? - pregunté con curiosidad y cierta confusión. -Permíteme
explicarte, Raquel. Durante el trance en el que te encontrabas, pude adentrarme
en tus experiencias y comprender lo que estabas atravesando. Aunque puedo entender
tus dudas sobre estos temas, como psicóloga he explorado durante años el
concepto de la reencarnación-
-Lo que hemos descubierto
es que tu conexión con el pasado trasciende.
Tus sueños, presentimientos y emociones intensas son señales de un alma antigua,
proveniente del año 1960. Podría ser que seas parte de una reencarnación de una
mujer llamada Margareth, quien perdió al amor de su vida en esa época. Aunque
pueda resultar difícil de asimilar, es posible que en otros universos ella siga
esperando a ese amor perdido-
Mi rol como psicóloga es
acompañarte en este proceso, guiándote hacia la trascendencia y el
descubrimiento de tu verdadero potencial.
Margareth Louse, era la
esposa de Jhon Farid Connor, el iraní por quien pusieron el nombre Babilonia,
una mujer que esperó el regreso de Jhon y a quien nunca más volvió a ver, dice
la leyenda que una enfermedad ocasionó su muerte dejándolo en el abismo de un
lugar desolado sin un posible retorno. el destino les jugó una cruel partida y
nunca más volvieron a encontrarse.
Gracias al apoyo de la
psicóloga, Raquel pudo lograr que Margareth se dé cuenta de la realidad en la
que estaba y trascienda hacia donde realmente debe llegar.
Los sueños de Raquel contaban toda la historia antes detallada, ella vivía en
el año 2019 y siempre se sintió una persona incompleta.
En su
proceso de redescubrimiento y trascendencia, Raquel también encontraría
respuestas a su propia búsqueda interior. A medida que exploraba
la historia de Margareth, su propia identidad se fortalecía y se llenaba
de un sentido más profundo. Ambas mujeres se entrelazaban en una danza de
liberación y empoderamiento, abriendo paso a un nuevo capítulo lleno de
posibilidades y crecimiento.
.png)
Muchísima suerte, en todo, éxitos infinitos.
ResponderEliminarGracias 😊
Eliminar